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.Un jinete ascendía poco a poco por el camino.No tardó mucho en reconocer en la franca y animada cara del recién venido a Tomás Búfalo, llamado el Inocente de Sandy-Bar.Le había encontrado hacía algunos meses en una partidilla, donde con la mayor legalidad ganó al cándido joven toda su fortuna, que ascendía a unos cuarenta dóllars.Después que hubo terminado la partida, don Jorge se retiró con el joven especulador detrás de la puerta, y allí le dijo estas o parecidas palabras:—Tomás, eres un buen muchacho, pero no sabes jugar ni por valor de un centavo; no lo pruebes otra vez si has de seguir mis consejos.Y diciendo esto, le devolvió su dinero, lo empujó suavemente fuera de la sala de juego, y así hizo de Tomás, más que un amigo, un esclavo.El entusiasta y cordial saludo que Tomás dirigió a don Jorge, recordaba este generoso acto.Según dijo, iba a tentar fortuna en Poker-Flat.—¿Solo?—Completamente solo, no: a decir verdad (aquí se rió), se había escapado con Flora Vods.¿No recordaba ya don Jorge a Flora Vods, la que servía la mesa en el Hotel de la Templanza? Hacía tiempo ya que seguía en relaciones con ella, pero el padre, Jaime Vods, se opuso; de manera que se escaparon e iban a Poker-Flat a casarse, y ¡hételos aquí! ¡Qué fortuna la suya en encontrar un sitio donde acampar en compañía tan agradable!La conversación quedó interrumpida al aparecer Flora Vods, muchacha de quince años, rolliza y de buena presencia; salía de entre los pinos, donde se ocultara ruborizándose y se adelantaba a caballo hasta ponerse al lado de su prometido.No era don Jorge hombre a quien le preocupasen las cuestiones de sentimiento y aún menos de las de conveniencia social, pero instintivamente comprendió las dificultades de la situación.No obstante, tuvo suficiente aplomo para largar un puntapié al tío Billy que ya iba a soltar una de las suyas, y el tío Billy estaba bastante sereno para reconocer en el puntapié de don Jorge un poder superior que no toleraría guasas de ningún género.Esforzose después en disuadir a Tomás de que acampara allí; pero fue inútil.Prevínole que no tenía provisiones ni medios para establecer un campamento; pero, por desgracia, el Inocente desechó estas razones asegurando a la partida que iba provisto de un mulo cargado de víveres, y descubriendo además una como tosca imitación de choza abierta al lado del camino.—Flora podrá ocuparla con la señora de Jorge—dijo el Inocente, señalando a la Duquesa.—Yo ya me las compondré.Pronunciadas estas palabras, le fue preciso a don Jorge toda su energía para impedir que estallase la risa del tío Billy, que aún así hubo de retirarse a la hondonada para recobrar la formalidad.Allí confió el chiste a los altos pinos, golpeándose repetidas veces los muslos con las manos, entre las muecas, contorsiones y blasfemias que en él eran tan comunes.A su regreso encontró a sus compañeros sentados en amistosa conversación alrededor del fuego, pues el aire había refrescado en extremo y el cielo se cubría de espesos nubarrones.Flora estaba hablando de una manera expansiva con la Duquesa, que la escuchaba con un interés y animación que desde hacía mucho tiempo no había demostrado.Búfalo discurría con igual éxito junto a don Jorge y a la madre Shipton, que se mostraba amable hasta cierto punto.—¿Es este caso una tonta partida campestre?—dijo el tío Billy para sus adentros con desprecio, contemplando el silvestre grupo, las oscilaciones de la llama y las caballerías atadas.De pronto, una idea se mezcló con los vapores alcohólicos que enturbiaban su cabeza.La idea sería seguramente chistosa, pues se golpeó otra vez los muslos y se metió un puño en la boca para contener la risa.Lentamente las nubes se deslizaron por la montaña arriba, una ligera brisa cimbreó las copas de los pinos y aulló a través de sus largas y tristes hondonadas.La ruinosa choza, toscamente reparada y cubierta con ramas de pino, fue cedida a las señoras.Los novios, al separarse, cambiaron un beso tan puro y apasionado, que el eco pudo repetirlo en los vecinos peñascos.La frágil Duquesa y la cínica madre Shipton estaban, probablemente, demasiado asombradas para burlarse de esta última prueba de candor, y se dirigieron sin decir palabra hacia la cabaña.Avivaron otra vez el fuego; los hombres se tendieron delante de la puerta, y pocos momentos después dormían todos a pierna suelta.Don Jorge tenía el sueño ligero; antes de apuntar el día, despertó aterido de frío.Al remover con un tizón el moribundo fuego, el viento que soplaba entonces con fuerza llevó a sus mejillas algo que le heló la sangre: la nieve.Dirigiose sobresaltado a los que dormían con intención de despertarles, pues no había tiempo que perder; pero al volverse hacia donde debía estar tendido el tío Billy, vio que éste había desaparecido.Cruzó rápidamente por su mente una idea desagradable, y una maldición salió de sus labios.Voló hacia donde habían atado a los mulos: ya no estaban allí.Mientras tanto, las sendas desaparecían rápidamente bajo la nieve que caía con profusión.Por un momento quedó aterrado don Jorge, pero pronto volviose hacia el fuego, con su serenidad acostumbrada.No despertó a los dormidos.El Inocente descansaba tranquilamente, con una apacible sonrisa en su rostro cubierto de pecas, y la virgen Flora dormía entre sus frágiles hermanas, como si le custodiaran guardianes angelicales.Don Jorge, echándose la manta sobre los hombros, se atusó el bigote y esperó la luz del mediodía, que vino poco a poco envuelta en neblina y en un torbellino de copos de nieve que cegaba y confundía.El paisaje parecía transformado como por arte de magia.Pasó sin atención la vista por el valle y resumió el presente y el porvenir en cuatro palabras: Sitiados por la nieve.El detenido examen de las provisiones, que, afortunadamente para la partida estaban almacenadas en la choza, por lo que escaparon a la rapacidad del tío Billy, les dio a conocer que, con cuidado y prudencia, podían sostenerse aún diez días más.—Eso—dijo don Jorge sotto voce al Inocente,—con tal que nos quiera usted tomar a pupilaje; si no (y tal vez hará usted mejor en ello), esperaremos que el tío Billy regrese con las nuevas municiones de boca que seguramente habrá ido a buscar
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